martes, 29 de marzo de 2016

La Semana Santa del frío y el clasicismo

Frío hemos tenido, y mucho... 

El comienzo de esta Semana Santa se presentaba con incertidumbre, muchos seguro que visitaban más las web del tiempo que sus propias redes sociales, pocos pensaban que el Domingo de Ramos saldría como salió; espléndido, aunque no con el calor ni el sol de otros años, pero las dos cofradías dieron ejemplo de las cosas bien hechas con una cofradía en la calle.

La Borriquita se pensó salir más tarde, descartando esta opción minutos después y saliendo a su hora establecida, dejando estampas diferentes en Carrera Oficial ya que estamos acostumbrados a ver el misterio bañado por el sol y este año era la oscuridad del atardecer la que dejaba momentos para el recuerdo. El regreso fue más rápido, por el riesgo de lluvia, llegando casi media hora antes a su capilla.

En el barrio alto de la Paz, todo se vivió con tranquilidad a pesar de la distancia que separa a esta hermandad del centro. Un recorrido de ida exquisito, con un andar valiente hasta llegar a la calle del Huerto, donde las cuadrillas de los dos pasos lucen a sus Titulares de la mejor manera. Cuando la Cruz de guía entraba en el recorrido oficial, hicieron acto de presencia algunas gotas que duraron pocos minutos, aunque si hicieron que la cofradía acelerara su ritmo de vuelta hasta llegar al barrio, donde el Señor Cautivo entró pasadas las once de la noche y la Virgen de la Paz a su hora establecida, la media noche.

El Miércoles Santo fue una jornada en la que la Hermandad de la Oración en el Huerto pudo lucir todos sus estrenos, aunque no pudo reflejarse la luz del sol en el dorado del canasto en su salida. El cortejo, con casi 200 nazarenos recorrió las calles de su itinerario habitual cumpliendo estrictamente sus horarios y donde ambas cuadrillas destacaron y reforzaron el estilo que cada año vemos tanto en el misterio como en el palio de la Virgen de la Encarnación, echando el resto en unos de los momentos más bellos de nuestra Semana Santa como es la recogida por la estrecha calle que los lleva a su capilla, repleta de público que se acerca para disfrutar la entrada de los pasos.

Cuando amaneció el Jueves Santo, reinaba la tranquilidad plena respecto al tiempo, los porcentajes ya eran tan mínimos que ni nos preocupamos de mirarlos. En el barrio de San Eustaquio, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús salió también con la oscuridad, algo que solo sucede en las Semanas Santas más tempraneras de marzo. La cofradía dejó el buen sabor de boca de siempre, una auténtica delicia cada revirá de su Nazareno o de su paso de palio, un ritmo sereno en el que la vieras donde la vieras podías disfrutarla. Pasadas las doce de la noche llegaban a su punto álgido de la Estación de Penitencia, la calle Marín Feria donde el público se congregó para verlos subir la cuesta. La Virgen de la Concepción entró en su capilla a los sones de "Mi Amargura" interpretada por la Banda de Nuestra Señora del Rosario de la localidad.

En la Vera Cruz se mezclaron los sentimientos, los pasos esperaban su salida con unos exornos florales de esos que sorprenden, para bien. La nueva estética de la Plaza Cristo de la Humildad nos dejó una visión increíble del misterio avanzando por el centro con los cambios de su cuadrilla, el Cristo de la Vera Cruz a pesar de la incertidumbre por el extraño movimiento de su cruz también embelesó a los presentes con el estreno de las tallas laterales del canasto y del capataz, José Antonio Ruíz, que guió a sus hombres con verdadera devoción al Crucificado. El momento más complicado llegó cuando la Virgen de la Piedad salía al son de "Como tú, ninguna", y es que metros más adelante, concretamente en el mismo lugar donde hacía 33 años ocurrió aquella tragedia, en la puerta de la capilla del Huerto se rompió la base de la Cruz del Cristo, sembrando la tensión entre sus hermano que vieron como el "Enclavao" permanecía inclinado hacia la derecha durante unos minutos eternos para la cofradía. Sus propios costaleros ayudados por la priostía y por la hermandad del Huerto, pudieron solucionar provisionalmente el daño sufrido en la cruz, mientras la Virgen de la Piedad y su cortejo se encontraba comprimido en escasos diez metros para dejar pasar a la Hermandad de Jesús que pudo continuar su recorrido sin ningún problema. Los tres Titulares continuaron su Estación de Penitencia con total normalidad, quedando el Crucificado más bajo de lo habitual, rozando sus pies el monte de flores. El misterio del Cristo de la Humildad regresaba a su templo entorno a las dos de la madrugada entre aplausos de la gente que lo esperaba en Juan Delgado, poco después lo hizo el segundo de los pasos, que desde la famosa cuesta de "los escalones" venía bajado hasta las rodillas y cuando dieron las 3 de la madrugada fue la Dolorosa la que entró mientras se interpretaba la marcha con canto que le dedicó la Filarmónica de Bollullos.


El Viernes Santo nos dejó a todos los cofrades con el regusto de la sobriedad de la cofradía de San Pedro, el misterio del Descendimiento, maravilloso con el estreno de su nueva marcha de Columna y Azotes, el Cristo Yacente con la Escolanía seguro que removió la fe de muchos a su paso y la Virgen de las Angustias preciosa, ataviada sin toca de sobremanto y con un exorno de tonos blancos. La vuelta de la cofradía siempre es un disfrute para los cofrades, desde su bajada por Marín Feria, pasando por José Álvarez y llegando a su Plaza, este año con un número de público importante a pesar del frío. Tras los aplausos y petaladas de la calle "Nueva" la Virgen entró con "La Madrugá" de Abel Moreno, interpretada por su propia Banda.

El broche de oro, como siempre lo pone Ella, la Virgen de la Soledad. La hermandad y su largo cortejo salieron a la calle a las 7 de la tarde, destacando su paso por el Santo Entierro, la Residencia de Nuestro Padre Jesús o la revirá en la calle Real mientras suena "Refugio de San Bernardo". Su paso por el porche con la marcha "En Soledad" dejó escapar algunas lágrimas a más de uno y la calle del Huerto con "Margot" se ha convertido ya en unos de los momentos indispensables de nuestra Semana Santa. Su regreso pone la piel de gallina, la oscuridad de su calle, la saeta y la entrada sin parar siquiera el paso, sonando "Soleá, Sanlúcar te llora" cierra de manera brillante una Semana Grande que queda ya grabada en nuestras retinas y en el corazón de muchos...

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